El cuero o su palabra, viene del latín “curium” y para que sea más sencillo entender en qué consiste este material, no es otra cosa que el pellejo que protege la carne de los animales. El cuero es este material después de ser sometido a tratamientos especializados, conocido como curtido. Con el animal ya sin vida, es separado de su carne, antes de obtener su piel.
Básicamente, el cuero puede ser artificial o natural. El primero es aquel que sustituye al real y se utiliza para ropa, tapicería u otro tipo de tejidos. Y el natural, que es el que nos ocupa es el que se obtiene directamente de la piel de los animales.
El tratamiento del cual es objeto esta piel consiste en varios pasos que deben cumplirse todos y cada uno, con el objeto de que pueda obtenerse un cuero de óptima calidad. Es largo, pues al menos demora unos 70 días.
Lo primero es eliminar la grasa, sumergiendo la pieza en agua y sal. Todo resto de carne es separado mediante el uso de una máquina de cilindros y cuchillas, que la limpia completamente. Con ello, es posible evitar que se pudra el cuero, así como mejora notablemente tanto su apariencia como las propiedades propias del material.
Remojo y lavado resumen este paso que permite en unas 24 horas eliminar todo el pelaje. Con ello, la piel se hidrata y aumenta su tamaño y volumen, lo cual abre sus fibras, para facilitar la absorción de todos los productos químicos que se usarán en los pasos siguientes.
Expertos explican que con este parte del proceso se impide que el cuero se pudra, lo cual garantiza que al terminar los pasos posteriores, la apariencia y la calidad del material será la mejor, al tiempo que asegura que se cumplan también los procesos biológicos y químicos requeridos.
Posteriormente, el paso de curtir la pieza se realiza empleando diferentes tipos de sustancias, ya sean vegetales o minerales, como sales de cromo. El curtido vegetal se hace sobre todo al cuero de bovino con fines de confección de suelas de calzado, a diferencia del curtido mineral que se aplica cuando se quieren preparar cueros muy finos, con flexibilidad, de bajo espesor y suaves, para cierto tipo de piezas.
En este momento, el cuero entra a una etapa de reposo con el objeto de que el curtiente se fije en la pieza y se alcancen unos niveles mínimos de deshidratación. Con la pieza montada en caballetes, se apilan durante el tiempo requerido, que puede variar dependiendo de la humedad del lugar donde se realice el procedimiento. Para ello, se ayudan con maquinaria especializada que con rodillos exprimen todo el líquido sobrante.
También, el cuero puede ser secado mediante equipos de vacuum, estirando la pieza para evitar que se formen feas arrugas, logrando una superficie más amplia y lisa. Luego, este vuelve a ablandarse para brindarle ese aspecto natural que tan atractivo resulta para los amantes del cuero.
Ya en este punto, el cuero puede ser pintado o teñido. En algunos casos sometido a procesos de grabado, para obtener finalmente el diseño o color deseados, listos para la confección de esas piezas que luego veremos desfilar, de manos de sus orgullosos dueños.