Todas las pieles de animales son sometidas a un proceso largo y engorroso para alcanzar convertirlo en cuero, material útil y duradero para confeccionar diferentes tipos de piezas. Existen diferentes tipos de cuero, dependiendo del animal del cual se obtenga la piel, cuero vacuno, porcino, equino, entre otros.
De la oveja también es posible obtener piel de calidad para la fabricación de todo tipo de artículos. Curtir esta piel es un proceso relativamente fácil, sobre todo si usamos los materiales apropiados y contamos con algo de tiempo y paciencia.
De este tipo de piel, es posible obtener cuero de alta calidad y con un considerado valor lucrativo. De llevar a cabo el procedimiento de manera correcta y con la utilización de los productos adecuados, podremos obtener, desde una piel fresca a un producto terminado, con el cual podrán confeccionarse vestimenta y alfombras.
La piel de la oveja ya tratada y curtida puede ser vendida a buenos precios, por lo cual existen un gran número de artesanos que se dedican a este arte e incluso pequeñas y medianas empresas que trabajan en el proceso de manufactura de esta piel, dedicándose de por vida a una labor hermosa, de convertir la piel de un animal, en verdaderas obras de arte.
Pero, veamos en qué consiste el proceso. Lo primero, es obtener las pieles de la oveja. Si deseas conseguir materia prima de calidad, lo mejor es ubicar vendedores locales en el país donde te encuentres. Generalmente, se compran por pedidos, en las cantidades que requieras, dependiendo del proyecto que tengas en mente realizar.
Una recomendación para comprar pieles de oveja de calidad, es que debes asegurarte de que estas no sean guardadas apiladas, sino colocadas de manera individual, en un área lo suficientemente amplia y con el lado de la carne, hacia arriba. Lo otro es que procures comprar la piel lo más temprano que sea posible, durante el proceso de curtido, antes de que se sequen completamente.
Luego, recorta la piel, sobre todo el tejido que quedó adherido antes de que la pieza despida toda su humedad. La piel de la oveja es relativamente suave, por lo que no te será difícil cortarla con un buen cuchillo. Inicia el corte en la sección muscular y retira la grasa que pueda haber quedado. Luego rásgala con tus propias manos.
Hay un tejido muy pegado a la piel que es más complicado de eliminar, pero puedes dejarlo para después, cuando el proceso de curtido avance, pues será más sencillo hacerlo. Quédate con una fina capa de piel de la oveja, la cual notarás que ya comienza a parecer cuero.
Luego, inicia el proceso como tal de curado. Si está muy fresca, procura que ya no quede nada del calor corporal del animal, para luego cubrirla con una capa de centímetro y medio de sal. Trata de que la pieza de piel esté muy bien estirada y que no tenga dobleces que no queden completamente cubiertos por la sal, pues de no hacerlo, se pudrirá. Así deberá descansar la piel, de cuatro a seis días, aproximadamente.
Después, sumerge la piel en una sustancia que prepararás con ácido oxálico y sal. Déjala remojar por 3 días, removiéndola constantemente. Luego, llena varios contenedores de agua tibia con carbonato de sodio y lávala. Cuando ya esté bien limpia, vuelve a sumergirla en la misma agua carbonatada y déjala por una hora más.
Finalmente, lávala con un jabón que contenga mínimas cantidades de fosfato y enjuágala bien. Cuélgala bien estirada, con la lana hacia arriba. Procura que durante los días que demorará en secarse, la piel se mantenga sin dobleces ni arrugas, incluso estírala, para evitar que se endurezca.
Si no ha secado bien, ayúdate con una secadora programada al más bajo nivel de calor y ya con este procedimiento podrás comenzar a disponer de tu pieza para la fabricación y confección de diferentes artículos.